"Llegué a París en el otoño de 1925. En la capital francesa, la gran bacanal de la pintura moderna alcanzaba su apogeo. Los marchands de cuadros habían instaurado una dictadura pura y simple. Eran ellos y sus críticos de arte mercenarios los que hacían y deshacían a los pintores, independientemente de su valor como artistas. Es así como un marchand - o un grupo de marchands- podría perfectamente dar valor comercial a los cuadros de un pintor desprovisto del menor talento y hacer su nombre celebre en los cinco confines, a la vez que igualmente podía boicotear, estrangular y reducir a la miseria a un artista de gran valor... Entre los marchands y los que gravitaban en su órbita existía una verdadera masonería con sus ritos, sus leyes y sus métodos, que funcionaban de maravilla...Lujosas revistas eran expresamente financiadas para sostener una determinada pintura o un determinado genero, y en toda esa acotación indecente se hablaba de todo, salvo de la calidad de una obra;de todo, salvo del valor artístico del cuadro. Nunca, desde que el mundo es mundo, desde que hay hombres que se han dedicado a dibujar, a pintar, a modelar y a esculpir, nunca, digo, los más altos valores del espíritu y las aspiraciones más elevadas del hombre_ que son el arte y las obras de arte_ han sido prostituidos ni arrastrados por el barro hasta tal punto y de manera tan bestial. Dos de las mayores vergüenzas de nuestro tiempo son la tendencia al mal que se comete en materia artística_a la que no se opone ninguna autoridad, ni civil, ni eclesiástica_ y la especulación basada en la mentira, incluso en el abuso de confianza, con el fin de aprovecharse de la vanidad y estupidez de los hombres de hoy. Todo ello no tiene ni tiene más que un único fin, una sola ambición:el dinero. Llenarse los bolsillos a cualquier precio, llenárselos por cualquier medio, bajo la bandera de un falso ideal artístico. Y yo acuso abiertamente, valerosamente, a la innoble congregación de los que han contribuido y aún hoy contribuyen a hacer caer la pintura al punto en que hoy en día ha caído. Les acuso en el presente y en el futuro y asumo plenamente toda la responsabilidad de una tal acusación. Estoy seguro que los esfuerzos, que por mi parte hago y que otros hacen igualmente, para devolver la pintura a un plano de nobleza y dignidad, no serán vanos: no soy ni un simple teórico ni un hombre que pronuncia palabras a los aires; si hablo como hablo, es porque he estudiado el problema a fondo."
Giorgio de Chirico "Memoires"
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