01 agosto 2010

-(Solyenitzin) Antes que nada, que no se abandonen a la tentación de un consumismo que parece al alcance de todos.

Deberla haber un límite interior, una capacidad interna para detenerlo: "Esto es superfluo para mí, no lo necesito".

La tentación del consumo no promete nada bueno, ni para cada individuo ni para la humanidad entera. En segundo lugar, y en relación con lo que acabo de decir, les propondría a los jóvenes que no se hicieran ilusiones, creyendo que entramos en un siglo feliz.

Es el error que la humanidad cometió en el pasaje entre el siglo XIX y el XX. Piensen con cuánto entusiasmo se saludó la llegada del nuevo siglo, y cuánto el siglo viejo parecía carente de todo brillo. Y ya vimos cuál ha sido el resultado.

Sé que un error de esta dimensión hoy ya no es posible, pero no son pocos los que todavía esperan fáciles soluciones a la situación actual. No, la realidad actual es dura.
Nuestro planeta se halla en un estado grave: su nivel de contaminación es alto, la ecología ha encendido la alarma, la supervivencia de muchos pueblos -entre ellos el ruso-corre grandes riesgos. Las condiciones de la vida futura serán duras y desfavorables.

Pero las circunstancias adversas no superan jamás a la voluntad humana.
Lo confieso después de haber enfrentado la guerra, el campo de concentración y el cáncer.

La voluntad humana es superior a las circunstancias, a las que puede vencer, con la condición de que ella misma se concentre y no se plantee objetivos falsos, evitando el camino errado.

Esto querría decirles.
Alexander Solyenitzin
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